Solo se degusta durante los almuerzos del lunes en Ikigai, la taberna japonesa, Izakaya, más auténtica de todo Málaga. Es diferente en cada ocasión, ya que el cocido explosivo, el ramen, elaborado por Marcos Antonio, se centra en escenarios siempre cambiantes, siempre legendarios de la gastronomía singular de aquel país.

El ramen Tokushima que hemos probado en un almuerzo de altos vuelos, con la complicidad de Laura Alonso y Javi Sevilla, puntales del restaurante Arai de San Pedro, nos ha impresionado por su potencial, por la descarga de energía que libera cada uno de sus ingredientes, y por su sutilidad, por la delicadeza de sus texturas y sabores.

Justine y Marcos, impulsores de Ikigai y conocedores de la cultura tradicional de Japón, crean cada lunes de los meses más frescos del año, un ramen singular, capaz de desafiar a cualquier cocido de este lado del planeta, desde el pote gallego hasta la fabada asturiana o el cocido madrileño.

El precio final de dicho ramen, 25 euros por ración con la bebida ya incluida, una buena cerveza japonesa, expresa el nivel de calidad de los ingredientes utilizados, la fidelidad a las recetas originales, y la enorme cantidad de trabajo desplegado en cocina para lograr el punto exacto del plato final. 

LA FUERZA DE LA NATURALEZA

La versión Tokushima del ramen arranca de una base de caldo elaborada con huesos de cerdo mezclada con soja… Ya podéis sacar vuestra primera conclusión: es un ramen salado y… también algo dulzón, pero siempre muy gratificante para el paladar.

Un huevo crudo es el secreto de Marcos Antonio para rebajar ese impacto energético, de acuerdo con el estilo Tokushima. Los trozos de cerdo, con tamaño comedido, textura delicada y sabor exquisito, son los grandes protagonistas de un ramen artesanal, con carácter propio, muy alejado de productos generalistas hechos en serie como las hamburguesas McDonald.

UN CUENCO PARA TODO EL DÍA

El ramen de Tokushima, la isla más grande al sur de Tokio, incorpora fideos consistentes, que llenan cada cucharada con su sabor inconfundible. Puedo decir que es una verdadera pasta “al dente”, cargada con todas las esencias de las carnes utilizadas en la elaboración del plato.

El cebollino, los brotes de soja y los brotes de bambú aportan tus toques vegetales, muy refrescantes, al caldo del ramen. Son el contrapunto perfecto para un cuenco generoso en calorías, perfecto para desarrollar un día de trabajo agotador.

Ikigai, la “taberna” japonesa conducida por Justine y Marcos, tiene la capacidad de transportar a su clientela hasta una zona concreta de Japón, hasta Tokushima en esta ocasión, con un ramen que satisface desde la primera hasta la última cucharada.

Su propuesta es una verdadera fiesta para cada comensal. El ramen de Ikigai anima el intercambio de opiniones, impulsa el sentimiento de complicidad. Es más que un plato exótico, es un verdadero generador de experiencias gourmet que todas las personas sentadas en la mesa disfrutan minuto a minuto.

Solo un consejo. Recurre a la cuchara de madera y al tenedor clásico si estás poco acostumbrado al uso de palillos… corres el riesgo de llevarte medio ramen sobre tu ropa.

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