Es un local pequeño, casi anónimo si no fuera por los curiosos farolillos de su fachada. Está situado en uno de los ejes más concurridos de Fuengirola, en la avenida que pudo acoger la Fórmula 1 hace décadas, pero impresiona por su autenticidad japonesa.

Todo es sencillo, esencial, en Kamura Sushi, el restaurante de referencia en Málaga y, seguramente, en Andalucía para disfrutar hasta el infinito con un sushi clásico, impecable y exquisito. Hay muchas otras propuestas, también muy valiosas, pero carecen de la pureza de esta “taberna”, una auténtica “izakaya” según la tradición nipona.

El trabajo minucioso, artístico se podría decir, de Shinji Nakamura, perfectamente visible desde la barra que domina el interior del restaurante, garantiza un resultado final, un sushi, excepcional.

Producto de calidad suprema, ejecución impecable, atmósfera minimalista, casi “zen”, atención personal cercana y con gran conocimiento, todo esto se redondea con unos precios tranquilos, muy alejados de los niveles estratosféricos de otros especialistas,

En Kamura se disfruta del sushi auténtico, cautivador tanto por el diseño de cada plato como por la fantástica gama de aromas, sabores y texturas. Sinji Nakamura es un Maestro, un Itamae, como se llama en Japón a los cocineros supremos de la especialidad, que ha impulsado Nobu Hyde Park, en Londres, y Kabuki Raw, de Finca Cortesín, en Casares.

Nuestro almuerzo para 3 personas nos ha llevado hasta el intimismo del sushi, hasta una satisfacción interior diferente de la experimentada con un menú más mediterráneo. Podría deciros que tiene una nota de espiritualidad, ya descrita en la lectura de moda en el mundo gourmet: La Taberna Kamogawa..

Hemos iniciado el recorrido por ese universo de sutilidad con una bandeja de karaage de atún, una especie de empanadilla frita delicadísima, para seguir con rollitos vegetales y con una bandeja kiku super potente con 6 piezas de sashimi, 6 de nigiri y 6 de hosomaki, solo calificable de brutal.

Para poner los puntos sobre las íes hago un comentario sobre los precios: karaage, 6,50 euros; rollitos vegetales, 3,90 euros; bandeja Kiku, que da para una comida familiar, 16,95 euros.

Ese ascenso hacia el séptimo cielo se ha redondeado con 3 platos supremos: sashimi tai, elaborado con dorada, majestuoso; nigiri unagi, preparado con anguila, exquisito y refinadísimo; más uramaki sake, con salmón, un prodigio de texturas cautivadoras.

Sumamos ahora unos mochis delicados de postre, más cerveza japonesa Kirin Ichiban para llegar así hasta una factura final de… menos de 70 euros. Sí, habéis leído bien, 70 euros, tras disfrutar del menú de un Maestro del Sushi que ha impulsado algunos de los templos mundiales de la especialidad.

La indicación de Marcos Antonio, de Ikigai, en Marbella, ha sido impecable, como corresponde a un gran conocedor de la mejor gastronomía japonesa. Kamura Sushi es un valor seguro.

ENTRANTES  SINGULARES Y… CALIENTES

Sorpresa por todo lo alto con el primer entrante, el karaage de atún: se sirve caliente, como corresponde a una… fritura. Esta especie de empanadilla en vertical reúne la nota crujiente de su masa con la intensidad de sabor del atún, la combinación es gloriosa, muy delicada. Excelente.

Los rollitos vegetales, también calientes, se distinguen por el toque especiado de su salsa, casi adictivo. Ofrecen una nota dulce que redondea la parte verde de esta propuesta.

Llegamos así al sushi, tal y como lo entendemos por esta parte del planeta: la bandeja Kiku, con sus 18 piezas de sashimi, nigiri y hosomaki. El colorido de este plato ya es un anticipo de la fiesta gourmet que se avecina.

Los hosomaki, los rollitos de arroz envueltos con hoja de alga, son de otro mundo, especialmente por el juego de texturas entre alga, arroz y pescado. Explotan en el paladar, impactan en el cerebro… se necesita un tiempo para reponerse de este choque de sensaciones. Magistrales.

Esa misma bandeja Kiku propone la elegancia suprema de unos nigiri muy atractivos visualmente, que impresionan por sus sabores delicados, todo un lujo para el paladar. El sashimi, las lonchas finas de pescado crudo, se mueve en el mismo esquema: puro sabor, sin nada que lo oculte.

A TOCAR EL CIELO

Antes de continuar con este repaso a nuestro menú en Kamura Sushi quiero avanzaros un detalle: son platos que satisfacen el paladar y satisfacen tu apetito. Es uno de los detalles que más nos ha sorprendido positivamente.

El tramo final de nuestro menú ha contado con 3 momentos estelares. Comenzamos con un sashimi, en este caso de dorada, el sashimi tai, todo un lujo para el paladar. Es un bocado sedoso, puro terciopelo, con un sabor marino elegante, casi aristocrático. Muy cerca de la perfección.

Con el nigiri unagui, preparado con anguila, hemos alcanzado el cielo. La presentación ya es una obra de arte, una descarga de belleza, que es la primera parte de la experiencia. Luego llega la apoteosis: una fiesta de sabores en el paladar, muy cálida, de las que se graban en la memoria. Un 10 rotundo.

El punto final ha llegado con el uramaki sake, con salmón, un bocado delicioso que impacta por su juego de texturas, un verdadero festival en la boca.

Todos los juegos de temperaturas en los platos, todas las variedades de texturas de los arroces, de los pescados o de las verduras, todos los sabores delicados pero poderosos de los diferentes ingredientes, conforman el himno al buen gusto que distingue a Kamura.

LEVANTARSE DE LA MESA CON PLENA SATISFACCIÓN

Los postres japoneses de este almuerzo, unos mochis hechos con mimo, casi entrañables por esa nota mullida que los diferencia en el tacto y en la boca, nos han llevado al fin de fiesta.

Satisfacción plena del primer al último minuto: por la suma de emociones proporcionadas por cada propuesta y por la contundencia de las diferentes especialidades.

Levantarse de la mesa con plenitud es, con seguridad, una de las diferencias llamativas de Kamura Suhsi,

Volveremos a disfrutar de este ejemplo de autenticidad, la próxima vez para adentrarnos en su menú “omakase”, creado por Shinji Nakamura con el producto más fresco de cada jornada. Es ese menú que finaliza cuando el comensal lo desea… como se comenta en el libro del momento: la Taberna Kamogawa.

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