Se puede comer bien en una discoteca. Sí, se puede comer muy bien al tiempo que se disfruta de una música de calidad al volumen exacto, ideal para conversar. Ismael Martínez, el grande de los fogones al frente de Chey, en Puerto Banús, responde al desafío: elabora una cocina de fiesta en plena discoteca, en la mundialmente famosa Tibu.

Aromas y sabores del mundo, combinaciones impensables y texturas alegres son las claves de una propuesta que satisface a una clientela llegada de los 5 continentes. Responde a quienes buscan emociones gourmet nuevas, impensables en sus lugares de origen.

Hemos cenado en Chey, hemos abierto nuestros sentidos y hemos disfrutado con elaboraciones originalísimas que nos han llevado desde Málaga hasta Japón, desde Almería hasta Perú, con toda naturalidad. La creatividad de Ismael brota a borbotones en cada propuesta.

Es una experiencia diferente, alejada de vías tradicionales, desde la primera hasta la última propuesta, pero siempre respetuosa con la calidad de cada producto. El viaje apasionante, repleto de alegría, que hemos disfrutado en Chey nos anima a volver una y mil veces para sumergirnos en su listado de sorpresas para el paladar.

La atención de las personas de sala, la capacidad para detallar cada una de las propuestas con toda la entrega imaginable, ha redondeado esta degustación especial, diferente, capaz de lanzarte por vías que no habíamos imaginado.

Desde el aguacate con salsa ponzu hasta el risotto de coco y coca cola, desde el tomate raf con ají amarillo hasta la causa peruana con salmón marinado, desde las gambas al pil pil con pisco hasta la ensalada de lechuga y espinaca con aceite de trufa… sorpresas, sorpresas continuas y, sobre todo, emociones satisfactorias.

En Chey se traza una línea gourmet global, que no conoce fronteras, pero respeta cada producto. Tiene un recorrido excepcional por su capacidad para inyectar el máximo de alegría en cada bocado. 

ENSALADAS QUE ROMPEN NORMAS

La cocina global, elaborada con ingredientes del mundo capaces de potenciar los niveles de satisfacción de las personas sentadas a la mesa, es una realidad en las ensaladas que Ismael Martínez ha diseñado para Chey en su época invernal.

El aguacate a la brasa con salsa ponzu, esa salsa de soja que reúne notas saladas, dulces y cítricas, es el primer impacto en el paladar. El toque sedoso del aguacate se hace aún más elegante con los toques orientales aportados por el ponzu y por unos puntos de kimchi.

Decíamos que Chey te transporta de un continente a otro y este entrante, especialmente refinado, es el mejor ejemplo.

La otra propuesta refrescante, la ensalada de tomate Raf de Almería con salsa de ají amarillo y cebolla roja, es una fiesta para el paladar. El juego de aromas y sabores de los tomates más emocionantes del territorio andaluz, siempre exquisitos con sus puntos dulces, gana en contundencia con el chispazo picante del ají. Excelente.

NUEVA VIDA PARA UN CLÁSICO CON TOQUES DE PISCO

Las gambas al pilpil, todo un clásico, entran en una dimensión muy especial de la mano de Ismael Martínez. Sus gambas pilpil al estilo Chey llevan eneldo, vino blanco y pisco peruano. Deliciosas.

El plato reúne 2 raciones individuales, en sus respectivos recipientes, con un par de rebanadas de pan tostado… que invitan a acabar con la salsa sin el menor complejo. Son gambas enérgicas, que calientan el paladar y la garganta sin renunciar a su sabor marino.

Super alegres y, al mismo tiempo, fieles a su distinción natural, a su textura siempre agradable. El eneldo y el pisco son los secretos de una propuesta singular, capaz de animar las conversaciones entre comensales. Estas gambas con imprescindibles en el menú de quienes visitan un restaurante ambicioso, situado en el corazón de una discoteca.

EL DIRECTO A LA MANDÍBULA, UN PLATO DE KO

Llega el plato estelar de esta cena: causa peruana elaborada con patata violeta, tomate y aguacate en la base, es decir, una especie de puré muy delicado repleto de sabores vegetales estimulantes, que se corona con salmón marinado en coco y salsa teriyaki. Es una propuesta que va desde Perú a Japón con escala en Almería, para el tomate, y en Málaga, para el aguacate.

Genial. Todos los ingredientes se complementan al milímetro para emocionar en cada bocado, sin una sola nota discordante. La causa es excepcional mientras que el salmón impresiona por sus puntos de fragancia tanto en la nariz como en la boca.

Ismael Martínez monta este plato como corresponde al número 1 del menú: con una filigrana de masa, una especie de hoja de árbol, con el “picantito” del… ají amarillo que corona las creaciones de Ismael Martínez. Soberbio.

INTERPRETACIONES PARA UN ARROZ

La recta final de esta cena en Chey guardaba sorpresas de altura. Un plato con toques de sushi y un risotto. Bombazos para los sentidos.

Notas minimalistas para un tartar de ternera aliñado al gusto japonés con: flor de ajo y esferas de tinta negra. El responsable de los fogones plantea un par de bocados, nada más, a partir de un montoncito de arroz de sushi frito que recibe el tartar en su parte superior. La combinación es impecable, repleta de notas elegantes.

El acompañamiento para el único toque de carne del menú se sirve en un vaso. Es una ensalada líquida de lechuga y espinaca aliñada con salsa de trufa. La descarga vegetal es super agradable y equilibra la intensidad de la ternera en el paladar.

Última sorpresa en este desfile de creaciones: risotto de coco y coca cola, como contrapunto para una pata de pulpo braseada. La batalla entre el dulce del risotto, con su textura melosa, y el salado marino del pulpo, con su textura crujiente por fuera, aunque delicada por dentro, confirma la creatividad de Ismael Martínez.

Es un plato arriesgado, para gourmets contemporáneos que quieren transitar por caminos inexplorados. Nos ha gustado mucho.

El elixir revitalizante para Puerto Banús tiene que incluir un desarrollo gastronómico muy potente y Chey, un restaurante que se sale de lo trillado, tiene un papel clave en ese planteamiento.

Un grande de los fogones, Ismael Martínez, responde a los gustos de generaciones viajeras, conocedoras de las cocinas de medio mundo. Se necesitaba una persona capaz de unir todas esas propuestas con calidad. El resultado final está en el corazón de una discoteca, de Tibu, se llama Chey y brilla por el despliegue de profesionalidad de todo el equipo. Absolutamente recomendable.

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