A muy pocos metros de la Autovía A7, a la altura del kilómetro 1.059, en la esquina de uno de los centros comerciales más veteranos de la Costa del Sol en Estepona… se produce el milagro gourmet: una casa de comidas peruana, Pachamama, con la esencia de la cocina tradicional de un país peculiar, en plena cornisa del Pacífico, que es capaz de sorprender al mundo con cada uno de sus platos.

En Pachamama de Estepona, un oasis de autenticidad, se degusta Perú con toda confianza, de la forma más natural, sin añadidos extraños ni costosos. Es la mejor experiencia básica para acceder a un universo de preparaciones situadas a años luz de la cocina de la vieja Europa.

Un almuerzo muy corto, con solo 3 platos, más un par de cócteles, nos ha desvelado todo el frescor del Pacífico a pocos metros del Mediterráneo. Hemos disfrutado con platos naturales, tan refrescantes como ligeros, cargados de alegría de vivir.

La cocina artesanal de Pachamama llega a la mesa sin espectáculos visuales excesivos pero con buenas dosis de estética y elegancia. Cada propuesta de la carta potencia las sensaciones reconfortantes generadas por ingredientes simples y asequibles: desde el limón hasta la patata, desde la zanahoria hasta el atún en lata. No hay engaños.

El precio final super ajustado, redondea el atractivo gourmet de Pachamama, especialmente cuando se contempla desde la perspectiva de una clientela desenfadada, amante de emociones inéditas y abierta a aromas y sabores… del Pacífico, de los Mares del Sur.

Una causa de atún, presentada con delicadeza, con un precio de 13 euros, un ceviche de lubina más que generoso, suficiente para 2 adultos, con un precio final de 15,5 euros, y un arroz chaufa, un arroz casi oriental salteado con pimiento, huevos y pollo, con un precio de 15 euros, han sido los ejes principales de nuestro tiempo de emociones agradables en este restaurante… de carretera ilustrado, ejemplo a seguir.

Los 2 cócteles pisco sour, esos milagros de sabores y texturas hecho de pisco, limón y clara de huevo, han llevado el balance final cerca de los 55 euros, correctísimo tanto por el nivel de experiencia gourmet como por satisfacción final.

UN VIAJE POR EL PACÍFICO

El arroz chaufa, el original de Perú antes del mestizaje con el desembarco de ciudadanos japoneses, es un monumento a la delicadeza. Aromático, desgranado, con personalidad en el paladar y con las notas crujientes tanto del pimiento como del pollo. Muy divertido, muy vivaz, es un plato que anima los comentarios entre comensales.

Con el ceviche, con ese despliegue de cítricos que despiertan los jugos gástricos, se aplaude, casi en pie, el valor del limón en compañía de un pescado y un maíz. Magistral. El ceviche de Pachamama es un revitalizante perfecto para alegrar el día más gris.

Para redondear este mini viaje por Perú nada mejor que 2 productos bien conocidos en América del Sur desde siempre: patata y aguacate. La unión de ambos ingredientes supera, por mucho, los productos de partida. Es la causa limeña, que hemos degustado con un toque de atún bueno, pero sin pretensiones… ni falta que hace.

La causa de Pachamama es, si me permitís la comparación, como la tortilla de patata: gusta a todo el mundo, no deja indiferente, emociona intensamente. Es una joya gourmet tratada con delicadeza por la cocina de este restaurante. Soberbia.

Pachamama tiene el valor de la autenticidad, de la honestidad en los fogones, con ese punto de creatividad y de división que transforma un tiempo en la mesa en un tiempo de alegrías compartidas.

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