Es fácil imaginar que sucedería en un cruce peligroso si los semáforos encargados de su regulación tuvieran apagones imprevistos… un caos. Esos mismos semáforos llegan a los alimentos para indicar sus calidades nutricionales, se llaman Nutri-Score y ha sido el motivo del acalorado debate entre dos malagueños muy relevantes, el Ministro de Consumo, Alberto Garzón y el Vicepresidente de la Junta, Elías Bendodo. Vamos a dar luz sobre las claves de la disputa.

La clasificación Nutri-Score, impulsada por las Universidades de La Sorbona, en Francia, y Oxford, en Reino Unido, pretende concienciar a la clientela de la importancia de una alimentación sana a través de una etiqueta colocada en la parte frontal del envoltorio con 5 colores y 5 letras: verde, o A, el valor más saludable, hasta rojo, o F, el valor más pernicioso. Es el semáforo que resume el nivel de idoneidad.

El semáforo Nutri-Score arrancará su periodo de prueba en España antes de mayo próximo, pero será voluntario para las empresas de alimentación hasta que la Unión Europea decida sobre su obligatoriedad, un proceso que va para largo, concretamente para más allá de 2023.

Ha necesitado casi 3 años de prueba en Francia antes de ser obligatorio desde el pasado 1 de enero. Se ha adoptado en Bélgica, pero en el resto de países de Europa Central y Europa del Este se multiplican los interrogantes sobre su empleo.

La polémica ha saltado en España por la mala calificación de dos de nuestros productos estelares: el aceite de oliva, castigado por su alto contenido en grasas, aunque sean saludables, y el jamón, por sus proporciones de sal. Las patronales de ambos sectores han argumentado la posible pérdida del 50 por ciento de sus exportaciones por esas valoraciones

Vamos a aclarar algunas de las dudas que surgen sobre la normativa Nutri Score.

POCAS LUCES, MUCHAS SOMBRAS

La eficacia del etiquetado Nutri-Score de cara a optimizar la alimentación de los europeos está muy lejos de la unanimidad. Se trata de combatir, desde un punto de vista didáctico, los problemas de alimentación en Europa: diabetes, obesidad o enfermedades cardiovasculares.

Nutri Score se presenta como un sistema eficaz de advertencias para los compradores de productos alimentarios procesados, que no se aplica a: verduras, frutas, legumbres, pescado o frutos secos.

La idea de un etiquetado con semáforos, que se supone el camino más directo para advertir al consumidor de la idoneidad de un producto, procede de Gran Bretaña, donde se desarrolló en 2005 para advertir a los niños de los peligros de una mala alimentación…con cereales o bollería, que no salen especialmente castigados del examen. Nutri Score es muy indulgente con los azúcares.

El desarrollo de esta iniciativa informativa para el consumidor de productos alimentarios dio lugar al semáforo Nutri Score definitivo en 2017, cuando Francia acepta su uso pero sin imponer ninguna obligatoriedad hasta comienzos de 2021. En Bélgica se reproduce una situación similar, mientras que Alemania, Austria, Holanda, Luxemburgo, siguen valorando los pros y los contras de dicha información en el frontal de los procesados.

ACEITE Y JAMÓN, LA POLÉMICA

El etiquetado de Nutri-Score, resultado de someter los ingredientes de cada producto alimentario procesado a un algoritmo, solo es exigible a productos alimentarios con más de un ingrediente.

El aceite de oliva, que es un zumo de aceituna, no debe incorporarlo bajo ningún motivo. El aceite, el gran protagonista de la Fiesta POP desde su lanzamiento en 2017, seguirá siendo el referente fundamental de la Dieta Mediterránea.

Es necesario recordar que los diferentes semáforos solo alcanzan su verdadera dimensión cuando se comparan productos del mismo tipo. No se pueden comparar aceites con refrescos. Esa es otra de las grandes fallas del sistema de semáforos. Una Coca Cola consigue una calificación B, casi excelente, mientras un aceite no pasa de C.

La polémica suscitada con el jamón se mueve en la misma línea. Es consecuencia directa de una idea interesante, además de didáctica, pero muy necesitada de desarrollo.

Aceites y jamones, los productos de Alta Gastronomía más emblemáticos de España, necesitan muchos apoyos en los organismos oficiales, en los centros científicos, en los distribuidores de gran tamaño. La IV Fiesta POP, volcada en los Primum Oleum Premium, los Primeros Aceites de Oliva Virgen Extra supremos, y la II edición de Jamones de Leyenda trabajan en esa línea: mejor información y más educación tanto a profesionales como a clientela. Son las claves para optimizar las dietas de los europeos en este siglo XXI.

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