Cocina enérgica, con sabores potentes, con aromas cálidos. Es la cocina de los barrios populares de Roma, presentada de forma exquisita para dejar huella en quienes se sientan a la mesa de la Ostería Angelino.

Está localizada a pocos pasos de la Catedral, de “La Manquita” de Málaga, casi a espaldas del Museo Picasso y pared con pared con Araboka, otro templo del buen comer.

La Osteria Angelino es una de las bases del Corazón Gourmet de una ciudad cada día más mediterránea, más atractiva a la hora de disfrutar de los mejores fogones con los mejores ingredientes.

SENSACIÓN DE SEGURIDAD

Un local espacioso, repleto de luminosidad, con aire limpio, y decoración sutil, casi minimalista, más una terraza muy agradable son factores que predisponen positivamente a los comensales de este establecimiento.

Dicho sensación de seguridad anima a repasar la propuesta más auténtica de cocina de Roma, como la que se degusta en las callejuelas del Trastevere o en las “trattorias” escondidas que se reparten por detrás del Vaticano.

Aquí hay que olvidarse de: pizzas, siempre muy respetables pero en otra dimensión Gourmet; pastas industriales, solo pastas realizadas a mano; y, muy importante, de vinagre “fake”de Módena, elaborado en nuestro país con cantidades inmensas de azúcar hasta conformar un engrudo.

CUESTIÓN DE AUTENTICIDAD

Manuel, al mando de la sala, sorprende tanto por su acento, ya que es hijo de granadina y romano, como por su toque de patricio, que identifica a quienes se crían en la Ciudad Eterna. Daniele, de Civitavecchia, afincado en su cocina, que vuelca ese Mediterráneo que le ha visto nacer en cada uno de los platos de su cocina.

El resultado de ese acuerdo se materializa en Osteria Angelino, un concepto extendido por Roma, Milán y Lima, además de Málaga. Es un establecimiento plácido, relajado, en el que se respira el deseo de presentar las recetas de una Roma con la mejor tradición culinaria.

PRIMERO EL COLOR, DESPUÉS EL AROMA Y EL SABOR

En Osteria Angelino se opta por lo esencial, por una decoración exquisita y sin exageraciones, por una mesa discreta de casa noble de comidas, por una vajilla inmaculadamente blanca y… por el color poderoso de las grandes delicias Gourmet: el blanco de la burrata, el rojo del tomate, el verde intenso del aceite de oliva virgen extra, que es un AOVE de Córdoba…

Impactos y más impactos en los ojos que predisponen los jugos gástricos a un disfrute intenso.

PASTA, PASTA Y FIESTA

Nuestra experiencia en Osteria Angelino ha sido corta en tiempo pero intensa en cada propuesta. Los horarios enloquecidos impuestos por los reglamentos anticrisis sanitaria.

Nos ponemos en marcha con unos caramelos… sí, con unos Caramelos Angelino. No, no son dulces, son bolitas de queso fresco ahumado y lonchas de panceta envueltas en papel de horno hasta el punto de derretimiento. Ese aroma único del ahumado más elegante se percibe casi a 3 metros, cuando el plato va llegando a la mesa.

La melosidad de este caramelo más el aroma a humo de sus dos ingredientes descubren todos los recursos creativos de la cocina de las madres y las abuelas. Es un mensaje directo para los grandes de los fogones empeñados en rizar el rizo, con sus nitrógenos, sus nieblas o sus efectos especiales.

El segundo entrante: burrata cremosa, elaborada con leche de vaca, no de búfala como la mozarella, aliñada con: rúcula fresca, crujiente, aromática; tomates Cherry cargados de sabor… al tomate dulce distintivo de Italia; más aceite de Córdoba, con un punto de picor pero sin rastro amargo, conforman la Fiesta del Color. Solo por este plato ya merece la pena sentarse en la Osteria Angelino. Natural, natural, natural, placer inmenso, sin trampa ni cartón, los sabores de unas Tierras generosas.

EMOCIONES SIN LÍMITE

Fin a los “antipasti”, a los entrantes. Entramos rotundamente en la pasta. Tres comensales en la mesa y tres platos de choque, que hablan de Vida, de Felicidad.

En primer lugar su Excelencia La Trufa, la joya Gourmet de Italia, que ahora comenzamos a valorar en España, declinada en toda su extensión. Es el momento de los Fettuccine caseros elaborados con trufa, es decir fideos planos que reúnen huevo, harina, trufa y agua, presentados sobre crema de huevo y regados con trufa laminada.

Nos ponemos en pie, es lo menos que se puede hacer como homenaje a Daniele, en los fogones, y a Manuel, en la sala. El aroma de la trufa, auténtica sinfonía estimulante, precede a un plato bellísimo: una torre delicada de fettuccine, casi marrones, que enriquece su capacidad de atracción cuando la crema de huevo se vierte sobre la pasta y se raya la trufa. Irresistible.

Ojo, es un plato contundente, pero sin renunciar a una elegancia suprema. Esa es la magia: cada bocado te lleva hasta la gloria, todos tus sentidos disfrutan plenamente desgranando cada uno de los ingredientes de la sinfonía. Un 10 rotundo.

CUESTIÓN DE SALSAS

Vamos con dos salsas italianas y universales: Amatriciana y Pesto, con la fuerza de la tradición y con toda la energía de la Tierra, para personaliza dos pastas muy diferentes.

La salsa Amatriciana es la clave de unos Stratti, una pasta muy carnosa, procedente del norte del Lazio, la región que acoge Roma y la mejor creatividad del Imperio Romano.

Descarga en rojo y blanco, con esta salsa elaborada con tomate, vino tinto, queso curado de oveja y guanciale. ¿Qué es el guanciale? Un preparado cárnico elaborado con los carrillos del cerdo, una especie de tocino con sabor muy intenso.

Sí, intensidad es la palabra para definir esta propuesta de Osteria Angelino: sabores profundos, reconocibles, que dejan huella sin ser pesados. La fiesta en el paladar asociada a la Amatriciana Gourmet es una auténtica verbena, diversión generosa para los sentidos. Solo admite una mejora: un poco menos de sal en el guanciale. En una palabra: Alta Cocina popular.

Último componente del terceto de choque: Gnochi con pesto. La pasta casera elaborada con patatas, harina y queso ricota multiplica su vivacidad con un pesto repleto de fragancias: piñones, ajo y, por encima de todo, albahaca. Este plato impresiona por su ligereza. Parece casi imposible a juzgar por el carácter de los ingredientes, pero el toque de Daniele en Osteria Angelino hace que sea casi etéreo, un plato para repetir y repetir cientos de veces.

Aquí manda el aroma del pesto: Naturaleza pura, que llega a la mesa con toda la elegancia romana y te acompaña sutilmente en una digestión placentera.

POSTRES, PARA PERDER EL SENTIDO

Tiramisú, Cannoli de Sicilia y galleta de Civitavecchia. Cada uno de estos postres con el sello de Daniele es un auténtico lujo para el paladar. Son postres elegantes, distinguidos, sin ningún detalle recargado.

Comenzamos por el último en llegar a la mesa: la galleta de Civitavecchia. Reúne: avellana, almendra, chocolate, mantequilla y licor Sambuca Molinari. A partir de esa presentación comienza la subida a los cielos. Crujiente, especiada, sutil y… con la chispa del alcohol añejo que lleva en su composición y en el licor que la impregna cuando se moja en una copita de Sambuca, como manda la tradición. Adictivo. Totalmente exquisito.

Pasamos ahora al tiramisú, cremoso, casi desprovisto de azúcar para desvelar los matices del café y del cacao. Alta Gastronomía.

En el final una auténtica sorpresa mágica: los Cannoli de Sicilia, canutillos rellenos de crema de queso de oveja. Son los postres emblemáticos en el sur de Italia.

 La masa dura del canutillo, repleta de matices de frutos secos mediterráneos, contrasta con la ligerísima nota de dulzor de una crema que no renuncia al sabor a queso. Pones los ojos en blanco en cada bocado.

El equipo de Ostería Angelino en Málaga ha conseguido el prodigio: abre el corazón de Roma en pleno Corazón Gourmet de Málaga. Se respira Mediterráneo, se siente la cercanía de dos mundos unidos por un mismo mar y se disfruta con el inmenso potencial de las propuestas tradicionales de la Ciudad Eterna… interpretadas en clave de actualidad por Grandes de los Fogones.

1 COMENTARIO

  1. El triunfo de la sencillez, de la Cocina con raíces cuidada hasta la perfección. En Osteria Angelino se saborea Roma, la Ciudad Eterna, a la sombra de la Catedral. Puro Mediterráneo, amable, cálido, repleto de cultura, siempre satisfactorio. Para volver cientos de veces, lo mismo que se retorna a Roma siempre que es posible

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